Quiero hundirme en tu abrazo, una sola vez siquiera y gemir al unísono contigo, mi lengua en la tuya, en el silencio de una noche que ya no será noche sino una isla de perfumes y delicias apenas soportables en las que necesitaré de toda mi inocencia y de toda mi perversidad y de un coraje inaudito para sobrellevar tanta dicha.
Alejandra Pizarnik.